Las denuncias pasaron de 54 en el 2005  bog5 el año pasado. Hasta junio de 2007, ya se han registrado otras 32 y la época con más agresiones de menores a padres suele ser en verano.

Hay padres que los tienen tanto miedo a sus hijos que no los quieren denunciar. En uno de los casos que traté, tuve que buscarle un refugio a la madre porque estaba convencida de que cuando su hijo saliera del internado, la mataría. Esta es una de las diversas agresiones de menores a sus padres que ha vivido el fiscal de Tarragona, José Ignacio Monreal. Durante 2006, la Fiscalía de Menores de Tarragona trató un total de 65 casos de violencia doméstica. Actualmente y en sólo medio año, nos situamos en torno a los 32, aunque Monreal advierte que el número de agresiones de niños a padres es más abundante en verano. Estas incluyen, entre otras, amenazas, coacciones, insultos, empujones y vejaciones. En lo que llevamos de años, se han incoado en las dependencias de la fiscalía de menores de Tarraogna un total de 741 denuncias y está previsto que sobrepasen las 1497 del año pasado, con un repunte de la violencia de menores a los sus padres. A su vez, en 2005, las denuncias apenas superaron las 1417, cifras muy similares a las del año anterior. La violencia de menores contra sus progenitores es un fenómeno reciente. De hecho, hasta que entró en vigor la «Ley de protección integral» el pasado 19 de junio de 2005, estos delitos se encajonaban lado de los de violencia de género. Los casos se han incrementado en sólo tres años. La agresividad funciona como una escalera. Tiene un aumento gradual. En el primer escalón encontramos la desobediencia. En el segundo están los insultos. Y así vamos subiendo hasta encontrar las amenzasas y las agresiones, describe el fiscal. En el último escalón se situaría el parricidio. El pasado martes, informó Efe, una mujer de 33 años y vecina de la ciudad gallega de eVigo, presentó una denuncia judicial contra su hijo de 13 años a quien acusaba de amenazar con un cuchillo en el transcurso de una discusión familiar . Según la versión de la víctima, madre e hijo mantuvieron una disputa por problemas domésticos y la mujer tuvo que cerrar en su habitación por miedo a ser gopeada. Al parecer, el menor estaba en estado alterado y agresivo y también la insultaba. Cuando un caso lllega a la Fiscalía de Menores, se toman las medidad que se creen necesarias para solucionar el problema. Hemos apreciado que con la terapia se evita que el menor sea aún más agresivo. Sin embargo, nunca consigue bajar de escalón.

Abanico de condenas:

A su vez, el abanico de condenas a la que se puede ver sometido el pequeño agresor es mucho más amplio que el de los adultos. El primer paso es detectar el problema, y ​​apartir de allí, actuamos. Se intenta solucionar el problema con un intermediario, que es un proceso preliminar al juicio. La terapia puede durar incluso dos meses, pero si la situación no mejora, nos vemos obligados a tomar medidas mucho más drásticas. Entre las condenas a las que se puede ver sometido el menor están los internamientos, el régimen semiabierto, libertad vigilada, tratamientos terapéuticos y psicológicos o trabajos a favor de la comunidad. El centro abierto son chalets donde los menores conviven con educadores y tienen además un comedor compartido. Pero el régimen cerrado y semiabierto son auténticas cárceles, concreta. Si tienen instalaciones más modernas, pero no dejan de ser prisiones. Los centros cuentan con cámaras de seguridad y celdas de castigo. La sociedad piensa que el menor tiene ventajas frete al agresos adulto, pero está equivocada. En lo que va de año en Tarragona ya ha habido cinco condenas por violencia de menores en el entorno familiar, de las cuales dos de ellas supusieron el internamiento de los adolescentes. Este tipo de condenas oscilan de dos a diez años. El caso más extremo sería el parricidio, donde el menor podría estar internado en el centro hasta los 21 años y después terminaría la condena en un centro penitenciario de mayores. Tarragona tiene actualmente de un centro de internamiento para menores. Por este motivo, los pequeños maltratadores ingresan en Lleida. Hay proyectos para hacer un centro propio, aunque todavía no se han concretado, añade Monreal. Lo único que hay en nuestra provincia es un centro de protección para niños, pero no de reforma. En sus años de trabajo en la Fiscalía de Menores, Ignacio Monreal le ha llamado la atención que en la mayoría de casos de violencia gratuita en el entorno familiar siempre está mezclado el hachís. Además, cada vez más esla mujer que protagoniza la agresión y el jefe de la pandilla. Es como si quisiera imitar el modelo machista. Es doloroso denunciar a tu hijo, porque pasan 50 años y todavía lo arrastras al cabo, destaca el fiscal. Pero si es la única manera de reparar la conducta y el comportamiento del menor, se debe tirar adelante.